Mensaje

William Card. Baum

Un mensaje válido para el educador en el tercer milenio...


Con especial agrado me dirijo a Usted y a todas las Hermanas reunidas hoy en Zamora para celebrar el Primer Centenario de la Fundacón de Vuestra Congregación de Hermanas de los Pobres, Siervas del Sagrado Corazón.

Al unirme a los sentimientos de gozo y gratitud que os llenan el alma en tal feliz ocasión, doy gracias al Señor por todo el bien realizado a través del apostolado de la enseñanza, durante los cuales habéis sido presencia de la Iglesia para las familias y para los jóvenes.

La iglesia está plenamente convencida del valor eclesial y social de vuestra labor de educadoras. Por eso no podéis dudar de la eficiencia de vuestra misión, aún cuando los frutos de una siembra lenta y paciente tarden en darse a conocer.

Al emprender esa revisión que os proponéis hoy para alcanzar una fidelidad cada vez mayor al carisma propio de vuestro instituto y para haceros presentes en el campo de la enseñanza con una más clara sensibilidad evangelizadora según las necesidades de nuestro tiempo, no debéis desanimaros por las dificultades que ofrece la realidad concreta que os toca trabajar. Esas mismas dificultades nos interpelan y nos recuerdan continuamente que la Escuela Católica hoy tiene que desarrollar una tarea insustituible y urgente. En nuestra sociedad moderna que tiene a deshumanizar, empujando al hombre a la incapacidad de vivir su propia interioridad, la Escuela Católica tiene que formar al hombre integral, consciente de su dignidad de hijo de Dios, coherente con las exigencias de su propio bautismo, constructor de un mundo nuevo.

Al recordaros esta misión tan sublime que la Iglesia os confía, pido al Señor que aumente cada día en vosotras las virtudes de humildad y esperanza propias de todo educador. Que la celebración de este Centenario con el recuerdo del ejemplo admirable de vuestro Fundador, sea para todas una llamada hacia metas siempre más altas de entrega generosa a la extensión del Reino de Cristo entre los jóvenes de esa amada tieea mexicana.

De Corazón os bendigo
William Card. Baum